Entre aceros quebrados a mi alrededor,
Mortecinas esculturas de sangre, metal y huesos yacen mezcladas con mi sangre, mi metal y mis huesos.
Han sido tantos años de violencia, tantos años sin descanso,
Mis suspiros han sabido estrellar sus humanidades contra el viento inmolándose
Mis manos han sabido asir una espada y amarla; y estrellarla contra cuerpos, sombras y estrellas
Mis ojos han sabido sangrar luz e iluminar su interior, Mi olfato ha conocido la sangre casi en el preludio de la muerte,
Mis músculos nunca me han sido más conocidos que en sus desbordantes limites, más que en sus propios girones
Y la violencia de un pecho violento en sí mismo no es sino el lenguaje palpitante, absoluto y mortalmente vivificante en que un alma se apropia de sí misma.
Violencia, que no se apropia de un corazón que se rasga, que nace de cada latido y lo vincula con cada gota de sangre y con cada bestia tirante en cada centímetro del cuerpo.
Violencia que no enajena sino que hace propia a mi alma y mi entendimiento que me enfrenta a mí y más allá de mí a los seres que apilo junto a mi propia materia.
Violencia que unifica, que funda mi consciencia; Guerra eterna de un estado de un alma fragmentaria sin telos, sin fin en busca de uno…
Entre aceros quebrados a mi alrededor,
Han sido tantos años de violencia que la paz es un refugio que estremece
Y el corazón se acobarda ante su propia voluntad de derramarse…
Por eso siempre busca guerras, porque el mismo es una guerra y su vida es una guerra,
Y sin embargo aun hay una paz posible y amable,
Mortecinas esculturas de sangre, metal y huesos yacen mezcladas con mi sangre, mi metal y mis huesos y estas esculturas aun me hacen yo mismo.
Mas el corazón aun ama la paz y solo la hallara en su guerra misma, solo cuando la paz nazca de la guerra y esta nueva guerra lo lance arropado de caricias a estrellar su espada rebosante contra estrellas y sombras una vez más…y una vez más… y una vez más…